El cuerpo del gato está dotado especialmente para atrapar presas pequeñas y rápidas.
Sus poderosos saltos se deben a sus musculosas piernas traseras. Puede saltar a una altura cinco veces su tamaño.
Con ayuda de sus uñas escala rápidamente a lugares elevados. Pero, al tratar de bajar de un tronco cabeza abajo, resbala con torpeza, ya que las uñas dobladas hacia atrás no le permiten aferrarse. En todo caso le resulta un poco mejor bajar hacia atrás, pero eso requiere de un aprendizaje, y no es tan fácil. Por eso es común que les dé a veces miedo bajar de árboles altos y se pongan a maullar lastimeros. (Porque conocen instintivamente sus limitaciones, pero su curiosidad natural los llevó a donde después les da miedo bajar). En estos casos da resultado que quienes tengan más confianza con el gato le hablen y lo alienten un buen rato. Finalmente así el gato reúne coraje y baja bien. Si no diera resultado, quedan como último recurso los bomberos, que generalmente prestan su colaboración con amabilidad.
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