1 - No te subas ahí !
Esto es algo que es inútil decírselo a tu gato. Él se va a subir adónde sea. Ahí lo lleva su peculiar constitución física, su elasticidad, su instinto, y su curiosidad. Si tu intención es por ejemplo que no se suba a la mesa, lo mejor es un corto, imperativo y decidido NO, solamente eso, y guiarlo sin malos modos pero con firmeza a otro lugar más adecuado.
2 - Los gatos no tienen que estar en la cama del dueño !
Similar al anterior. Parece formar parte sine qua non del reglamento interno implícito del gato encontrar el lugar más cómodo de todos. Si no te gusta que se suba a tu cama, (hay humanos a los que sí nos gusta) hay que mantener cerrada la puerta del cuarto.
3 - No llores por comida que no te la voy a dar.
Es mejor abstenerse de decir lo anterior, porque después el gato nos termina ganando por cansancio y le decimos que no y le damos su comidita... En lugar de quejarnos de que el gato llora, da mejor resultado acostumbrarlo a que se le da su comidita en determinados horarios, siempre los mismos, y sin olvidarnos. El gato que sabe a qué atenerse en este sentido, está más confiado y contento, y entiende perfectamente que de nada le sirve llorar.
4 - No, no, no, no te escapes !
A algunos gatos les encanta salir disparados cada vez que se abre una puerta que comunica con el exterior. En estos casos no da resultado discutir. No hay que facilitarles la salida, nada más. Si el gato es casero, la calle es realmente un lugar muy peligroso para él, hay mucho perro suelto, vehículos que pueden atropellarlo, gente que se lo puede llevar... Lo único que resulta es tener cuidado cuando abrimos la puerta, nada más.
Este problema no se da cuando vivimos en zona rural, o cuando tenemos varios gatos. En el caso de cuando tenemos varios gatos, en general se acostumbran a vivir en el grupo, y pueden estar en el jardín sin alejarse, acomodados a la protección mutua que se brindan entre "colegas".
5 - No me comas las plantas !
Los gatos precisan comer un poco de verde, probablemente porque las hierbas les ayudan con las famosas bolas de pelo. Algo que da buen resultado en lugar de perseguirlos para que no mordisqueen nuestras plantas, es plantarles sus propias hierbas preferidas. Por ejemplo sirve la llamada "hierba gatera", y también el alpiste (sí, el que comen los canarios). El alpiste es de crecimiento muy rápido, alcanza con sembrarlo en una macetita o cajita de almácigos que mantenemos siempre un poco húmeda, y reponerlo cuando se lo hayan mascado todo.