lunes, 2 de noviembre de 2009

Inconsciente mente


Cuando son chiquitos,
juegan todo el tiempo,
hay que vigilarlos bastante,
dolor de cabeza para la madre,
tierno dolor de cabeza eso sí,
porque todo reclaman, todo exploran, todo prueban,
son unos inconscientes encantadores.
Cuando crecen,
lástima,
algunos se vuelven depredadores.
Ya no les importa tanto jugar.
Más bien se dedican a conseguir presas,
tanto para comer como para defenderse de otros,
para elevarse por encima de otros
vaya a saber con qué fines,
para tener su poder afianzado,
su territorio marcado,
su lugar superado,
en la quizás macabra cadena alimenticia.
También juegan otros juegos distintos
para tener
su descendencia asegurada
su ansiedad sosegada
su energía calmada
esa avidez saciada
la sexualidad sagrada.
Duermen mucho
y paradójicamente
siempre con un ojo abierto
no se les vaya a perder lo conseguido...
Aunque a veces
entrecierran un poco los ojos
y se preguntan...
Hay algo más...?
*
Cómo ?
Tú creías que yo hablaba del gato ?
Que graciosa confusión !
Es del bicho humano
que yo estaba hablando.
*
Espejo de tu vida
de tu solitaria y acompañada existencia.
*
Así es don señor gato
aunque le echemos culpas
de tantas fallas nuestras
él es, vive, perdura,
escrutando el universo
a su sigilosa manera
siempre listo a brindar su cariño
más allá de razonamientos mente catos
de esos otros que no somos gatos...

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