Llueve. Los pastos cantan, los arbustos se ríen. Las lágrimas se confunden con gotitas. Hago un alto y observo. Brilla el arcoiris. En este momento no nos resulta evidente, pero la lluvia lava las posibilidades, que estaban manchadas de huellas anónimas. Un día nuevo, fresco, espera agazapado, pillo, pronto para sorprendernos una vez más con la gracia de lo que ayer no parecía posible.
sábado, 4 de diciembre de 2010
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