Claro, en este blog ponderamos mucho a los gatos.
Es que por supuesto que se lo merecen.
Pero también, muy de tanto en tanto, nos vamos a topar con algún gato pillo.
A saber:
Los que les gusta subirse a la mesa del comedor y jugar con el pedacito que quedó del pan flauta.
Los que pasan sus ratos de ocio metiendo la manito en la pecera a ver para dónde se mueve el pez dorado.
Los que ese día que se enojaron mucho contigo porque estuviste tooodo el día sin volver a la casa, dejaron hecho un desastre el sillón mullidito ese que tenés en el cuarto.
Los que ese día que se enojaron mucho contigo porque estuviste tooodo el día sin volver a la casa, dejaron hecho un desastre el sillón mullidito ese que tenés en el cuarto.
En estos casos, no valen muchas palabras.
Lo que hay que hacer es poner cara seria y decir un seco NO.
Que ellos son inteligentes y tienen re clara la mala conducta.
Vas a ver que agachan la cabeza y se van corriendo un rato a desaparecer hasta que se te pase...
Paciencia, mucha paciencia. Cada tanto, cuando pasan cerca del pan, del pez y del sillón, repetirles serio el NO.
Acordarse de, la próxima vez que salgas por un rato largo, dejar tapados el pan, el pez y el asiento mullido.
Y adularlos cuando se portan lo que nosotros consideramos ¨bien¨. Con los felinos la adulación no falla. Les gustan demasiado las palabritas dulces.
Y suerte.
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